26 abr 2007

Nuestros Pueblos - CANDELEDA - Historia

La Historia de Candeleda desde el Neolítico hasta el Siglo XIX
El territorio de Candeleda debió de estar poblado desde el Neolítico, dado los muchos restos que se han encontrado de esta cultura cercanos a la villa. Encontrándose en su término unas magnificas pinturas rupestres, más arriba de El Raso.
Es en el período prerromano cuando vemos a Candeleda poblada por el pueblo Vettón, de origen celta, que habitó esta tierra entre los siglos IV antes de Cristo, hasta el I de nuestra Era. En esta época es cuando encontramos el territorio de Candeleda totalmente poblado.
Los Vettones, que como decíamos eran de origen celta, si bien, tenían mucho de autóctonos, se asentaban en lo que hoy son las provincias de Salamanca, Avila, gran parte de Cáceres y la parte de Toledo que limita con las provincias de Avila y Cáceres.
Este pueblo es más conocido como "cultura de los verracos" por las esculturas zoomorfas labradas en granito que de ellos nos han quedado, entre la que cabe destacarse la encontrada en Candeleda, en el lugar del castro Vettón de El Raso, que en la actualidad se encuentra en el lugar denominado "La Nava".
Este pueblo era de fuerte carácter jerarquizante, dedicado a la guerra y al pastoreo, oficio este que realizaba una clase servil ya que el ganado era propiedad privada, no así como los pastos que eran comunales. Adoraban a los astros y lugares, y entre sus muchas divinidades, encontramos a Vaelecus, dios infernal o de la montaña, al cual había dedicadas varias aras votivas en el Santuario de Postoloboso en el término de Candeleda.
Los Vettones asimilaron rápidamente la cultura de los romanos, teniendo en consecuencia esta cultura una rápida implantación en la zona de Candeleda, como se puede ver por los muchos tramos de calzadas y puentes que ellos construyeron en la zona. Así como el gran número de restos arqueológicos que por este área se han encontrado, en especial en el lugar de Postoloboso.
En la época visigoda debió de estar intensamente poblado este territorio a pesar de que esta cultura más tosca que la romana nos ha dejado menos restos arqueológicos, si bien por los hallazgos encontrados en el Santuario de Postoloboso sabemos que existió allí un templo visigodo dedicado al culto cristiano, datado en el siglo IV, pues entre todos estos restos arqueológicos encontrados allí hay varias representaciones de la cruz con las letras griegas Alfa y Omega, representación de la Cruz como principio y fin del universo, muy usual entre los primeros cristianos de fuerte influencia Bizantina.
La mayor parte de las historiadores suponen que esta zona estuvo poblada en épocas califatos, si bien a ellos se deben muchos de los nombres con que hoy conocemos la toponimia comarcal, como por ejemplo el Almanzor, que viene a significar "el bien defendido" o "el bien protegido", el cual tomó el nombre del caudillo árabe, por suponerse que éste pasó por dicho lugar el año 944 cuando cruzaba la sierra de Gredos.
Debió de ser conquistado este territorio a los árabes por los guerreros abulenses de Don Raimundo de Borgoña, hacia finales del siglo XII pasando a pertenecer desde entonces a la corona, bajo la Administración de la ciudad de Avila y perteneciente a la comarca llamada de las Ferrerías, nombre que se la dio por el gran número de fundiciones que había en la zona.
Después de ser Candeleda conquistada definitivamente pasó a ser como decíamos patrimonio real, bajo la jurisdicción del Consejo de Avila, que era la única ciudad que tenia potestad para conceder señoríos, tales como los casos de Mavamorcuende y la Torre de Fortún Fortúnez, que fue conquistada a los almohades en el año 1186 y que se encontraba situada entre Mombeltrán y Candeleda.
El primer dato escrito que tenemos de Candeleda es cuando el rey Alfonso X el Sabio dona "Los carriles de Candeleda" a Velasco Gómez de Avila. Estos carriles eran los derechos de paso por el puerto de Candeleda muy usado a partir de esta época por los rebaños trashumantes de la recién fundada Mesta.
Si Alfonso X nos habla de los carriles de Candeleda, es su hijo Sancho IV en 1284 el que cita por primera vez a Candeleda como pueblo, cuando confirma el amojonamiento de una dehesa que había realizado Pedro Beltrán de Irana, alcalde y entregador de los pastos de la Cañada Segoviana.
En las Cortes celebradas en la villa de Madrid el 14 de octubre de 1393, el rey Enrique III donó los lugares de Candeleda, Mombeltrán y Arenas de San Pedro a Ruy López Dávalos, condestable de Castilla.
Alfonso XI en su libro de "La Montería" señala que Candeleda es buen monte de Oso y Puerco de invierno.
El 14 de octubre de 1393, a la vez que Enrique III dona a Ruy López Dávalos el lugar de Candeleda concede a ésta el título de villa, teniendo desde entonces fueros que regulaban su administración, y que la conferían determinados privilegios y franquicias. Esta medida real posteriormente confirmada por el Consejo de la ciudad de Avila, que como ya hemos dicho tenía autoridad jurisdiccional sobre la zona.
Con la caída del condestable Ruy López Dávalos, que fue quien construyó el castillo de Candeleda hoy desaparecido, le son expropiados todos sus bienes y los señoríos que la Corona le había concedido.
La villa de Candeleda, con ciertas tierras de la comarca de las Ferrerías le son dadas en señorío a Don Pedro López de Zúñiga Justicia Mayor del Reino. Donación hecha por el rey Juan II en la villa de Cigales el 1 de septiembre de 1423. Junto con Candeleda el monarca concede a don Pedro López de Zúñiga el señorío de la Puebla de Naciados y Alija, hoy desaparecidos. Señorío que estaba formado por la villa toledana de Valdeverdeja, y las cacereñas de Berrocalejo y el Gordo, así como la romana de Talavera la Vieja, hoy debajo de las aguas del pantano de Valdecañas (Cáceres).
Todas estas poblaciones formaban un territorio situado junto al río Tajo y constituían junto con Candeleda un estratégico dominio de los pasos del ganado trashumante ya que dominaba el paso de la meseta norte a Castilla la Nueva y Extremadura por el puerto de Candeleda, así como el paso del río Tajo por el puente del Conde de Berrocalejo (ya desaparecido). Constituyendo estos pasos fuente de inagotables ingresos, lo que prueba el hecho estadístico de que en el año 1477 por el Puerto de Candeleda pasaron 42.405 cabezas de todo tipo de ganado. Con lo que Candeleda sería un importante punto en la organización del Consejo de la Mesta.
Don Pedro López de Zúñiga pertenecía a la influyente familia de los Stúñigas o Zúñigas, descendientes de don Fortún García y su mujer doña Oria, reyes de Navarra, los cuales dominaban parte de la alta Extremadura y parte de Salamanca, como Coria, Plasencia y Béjar entre otras.
Pasó posteriormente el señorío de Candeleda a su hijo don Diego de Zúñiga fue nombrado por el rey Don Enrique IV primer conde de Miranda del Castañar en el año 1457 alcanzando posteriormente los señores de Candeleda además de este título, el de Duque de Peñaranda y Grandeza de España, concedida por el Emperador Carlos V en el año 1520 a su hijo don Pedro.
Al parecer durante el gobierno de esta importante familia, fue cuando se reformó la Iglesia, se construyó posteriormente el Hospital y se levantó el Rollo, Símbolo de la Justicia en la villa, en el cual señorean los escudos de las familias de los Zúñiga. A ellos también se debería, la construcción de la muralla de la villa de Candeleda.
En el siglo XVI tuvo Candeleda una importante población ya que llegó a tener en este siglo más de 1.500 habitantes, entre los que había una numerosa población de origen judío, pues sabemos que su aljama o barrio judío, el cual se encuentra situado entre la calle del Hospital (hoy de la Concepción) y la calle de la Amargura, tributaban a la corona de Castilla 750 maravedíes, si bien en 1479 tributaron 1.000 maravedíes. Conocido es el caso de Diego de Cáceres, boticario, vecino de Candeleda, el cual fue inhabilitado y encausado en dos ocasiones, 1.536-7 y 1.547-56 por no obedecer las normas de ejercer cargos públicos, y de honra, montar a caballo, usar armas, usar ropas de seda y paños finos, etc. Se le encausa por no obedecer estos usos, como hijo y nieto de condenados por la Inquisición.
Hasta el siglo XIX en que desaparecen los regímenes señoriales, los condes de Miranda del Castañar, como señores de Candeleda, tuvieron sobre la villa de Candeleda y sus tierras jurisdicción civil y militar, derecho a la elección de los representantes de justicia, corregidores, y escribanos. Percibiendo grandes sumas de dinero por los distintos impuestos que ejercían sobre la villa y los lugares que a ella pertenecían. Sabemos que estos impuestos eran cuantiosos en el siglo XVIII.
A mediados de octubre de 1836, Candeleda fue saqueada por un cabecilla carlista llamado Carrasco. Las tropas carlistas quemaron varias casas y dieron muerte al Secretario del Ayuntamiento y a un abogado de la localidad.

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