1 jun 2007

NUESTRAS AVES : OROPENDOLA



Oropéndola - Oriolus oriolus
Uno de los pájaros más espectaculares que visitan nuestra geografía, es sin duda la Oropéndola, Oriolus oriolus. Un macho adulto en plumaje normal tiene todo el cuerpo por encima y debajo de color amarillo vivo o dorado intenso. La cola posee un diseño especial, y cuando está desplegada se ve bien una ancha banda negra que apunta en las rectrices centrales de forma que el amarillo del extremo es más extenso en las rectrices exteriores.
Las hembras adultas son mucho menos brillantes en la coloración del plumaje. Por encima, verdoso amarillentas; blancuzcas por debajo, con un ligero rayado en el pecho, y las alas y la cola, pardo oscuras, teñidas de oliváceo donde en el macho son completamente negras. No son tan pocas las hembras, como generalmente se cree, que poseen un plumaje mucho más parecido al de los machos adultos. Sus partes inferiores son entonces amarillas, y el ligero rayado pardo del pecho solamente es visible a muy corta distancia, lo mismo que el verdoso del pileo y obispillo.
Las jóvenes oropéndolas se parecen mucho a las hembras, pero de cerca o en la mano hay que señalar las puntas amarillas de las plumas del pileo, espalda y cobertoras alares. Las partes inferiores están difusamente rayadas de pardo.
En conjunto, la Oropéndola es un pájaro muy llamativo, de tamaño ligeramente mayor que un Zorzal Común, Turdus philomelos, pero tan esquivo, que no resulta fácil poder observarlo durante mucho tiempo y, en general, es más oído que visto. No obstante, con un poco de paciencia y atención, no es difícil de seguir por entre las copas de los árboles, donde pasa gran parte del día recogiendo orugas y otros insectos del dorso de las hojas. Su hábitat está formado normalmente por árboles altos que crecen en orillas de ríos, riachuelos, lagunas, valles fluviales, laderas, parques, jardines, etc. Prefiere especies de hoja caduca en bosquetes y sotobosques mixtos. No le atraen las coníferas, y en el Norte es más frecuente entre eucaliptos que entre pinos. Vive en la campiña a todos los niveles, desde la orilla del mar hasta alturas que pueden superar los 2.000 metros, pero su mayor densidad es alcanzada a niveles por debajo de 600 metros. Su hábitat típico en Iberia son los valles fluviales y, en ellas, los bosquetes y grupos aislados de árboles, pero no los densos bosques. Gran cantidad de oropéndolas se establecen en alamedas y en hileras de árboles que flanquean carreteras y caminos, pero procurando siempre la presencia cercana del agua. En primavera, los huertos de frutales, sobre todo de cerezos, y en el verano y otoño, las higueras, le atraen especialmente. En año de escasa cosecha y en donde abunda o en zonas de paso tradicional, los daños pueden ser considerables. Es pájaro fundamentalmente arbóreo y pocas veces desciende al suelo, pero sí lo hace a arbustos. Al volar descubre las alas puntiagudas, y la cola da sensación de ser corta. Lo hace en largas distancias en forma claramente ondulada y a menudo con cortos planeos antes de posarse. Generalmente se mueve entre el follaje, pasando de una a otra rama o a un árbol próximo, realizando vuelos cortos y directos. Habitualmente las parejas permanecen unidas y se atraen continuamente con llamadas. Lo mismo sucede con los jóvenes en cuanto abandonan el nido. Antes de comenzar la nidificación, los grupos de tres-cuatro oropéndolas son frecuentes. Algunas personas pueden confundir, si las ven volar a lo lejos, a la Oropéndola con el Pito Real, Picus viridis. Éste vuela con ondulaciones mucho más marcadas y manteniendo más tiempo las alas plegadas. La Oropéndola, cuando va a posarse, inicia un característico ascenso al final de la cual está su posadero.
Son extremadamente agresivas. Cualquier pájaro de gran tamaño que se acerque a su zona es atacado y obligado a marchar, en especial arrendajos, Garrulus glandarius; cucos Cuculus canorus; cernícalos, Falco tinnunculus; urracas, Pica pica, etc. Los silbidos que emite son inconfundibles. Los machos lanzan, en cuanto llegan en primavera, un agradable, claro y musical silbido como de flauta, a veces monótono, pero no pocas con variaciones. Se podría expresar como ¡¡uili-uíu!!, cargando siempre la fuerza en la última sílaba. También existen variaciones individuales, machos que cantan con lentitud y emitiendo las notas con extraordinaria limpieza, mientras otros habitualmente parecen enloquecidos. Ambos sexos emiten un alto y musical ¡¡jio!! que quizá sea una llamada. Aquel canto habitual y esta nota se escuchan a considerable distancia. En un valle que reúna buenas condiciones acústicas pueden oírse a 400-500 metros, e incluso más. Como son pájaros agresivos, uno de los sonidos más frecuentemente escuchados recuerda la voz del Arrendajo, Garrulus glandarius: repetidos y regañantes ¡¡kriaag, kriaag!! Cuando nos acercamos al nido, ambos nos contemplan inmóviles desde ramas alejadas y, al alarmarse, emiten un matraqueo ¡¡tchrr...!! En los primeros días de su llegada, los machos cantan con un gorjeo musical y agradable de corto alcance y que es difícil escuchar más lejos de 50-70 metros. Poseen otras numerosas notas que recuerdan maullidos de un gato, silbidos cortos más propios de un Pito Real, Picus viridis, etc. Precisamente el canto del macho guía siempre hacia el nido donde la hembra incuba. Dado que el macho también incuba, y mientras lo hace, no canta, es lógico que la frecuencia en las emisiones experimente una cierta disminución. Tampoco el cebar a los pollos motiva silencio en el macho. La mayor intensidad de canto en todo tiempo se produce desde las primeras horas de la mañana (cuatro-cinco horas solar en mayo-junio) hasta las diez-once (hora solar). Es esporádica hasta las doce-trece horas, y hay silencio en horas de la tarde, hasta las cuatro y media-cinco y media, en que el canto se reactiva. En agosto algunas parejas, quizá no pocas, se mantienen silenciosas; pero en lugares de buena densidad de oropéndolas, el trasiego de grupos de jóvenes y adultos y sus gritos dificulta bastante una estimación sobre el canto. Algunos años, no pocos, los machos adultos continúan cantando con la misma intensidad que en mayo-junio hasta septiembre.
En primavera come muchos insectos, sobre todo orugas. Las larvas de Lepidoptera le atraen especialmente. Con frecuencia entra en competencia con el Cuco Común. Se han visto a menudo pelearse sobre arbustos de Aligustra, Lugustrum vulgaris, en los que proliferaban pequeñas orugas verdes. En todos los casos la Oropéndola era capaz de desplazar a su competidor. Muchas veces persigue al vuelo a los abejorros y también a grandes escarabajos. Además de dípteros, himenópteros, hemípteros, ortópteros, etc., come arañas y pequeños moluscos. A partir de junio, la fruta forma una parte muy importante de su dieta. Primero son las cerezas, de las que hace un gran consumo; después, higos, uvas y también manzanas, peras, ciruelas, etc. En el verano consume numerosas bayas y frutos silvestres, sobre todo el Saúco, Sambucus nigra, y las oropéndolas ganan mucho peso antes de iniciar la larga migración a África.
No hacen más que llegar las hembras, cuando ya empiezan las manifestaciones de celo de los machos, que vuelan a gran velocidad, rasantes por encima de las copas de los árboles o entre las ramas. Tocando con su pico la cola de la hembra, ambos parecen formar una sola figura. La mayor parte de las hembras comienzan la construcción de los nidos entre el 15 y el 30 de mayo. Fechas anteriores son raras, incluso en zonas que nos podían parecer más favorables, como el sur de Iberia. Muchos están completos el 20 de mayo, lo que supone una gran actividad por parte de la hembra, que aunque está acompañada por el macho en la recogida de material, éste no participa en absoluto en la construcción. Salvo raras excepciones, los nidos son colocados a gran altura, entre seis y 30 metros. Álamos, robles, castaños, cerezos son preferidos, y entre ellos, ramas horizontales paralelas u horquillas. Ocasionalmente se encuentran nidos a baja altura. Ocasionalmente se ven en arbustos. En esencia, el nido está formado por hierba seca, tiras largas de corteza de árboles, lana, etc., bien anudado todo en las ramas adyacentes hasta formar un pequeño cesto o cuenco. Es muy curiosa la forma en que la hembra sujeta el material a las ramas. No todas cuelgan el nido de la misma manera. Algunas solamente de unos pocos puntos, mientras otras envuelven con el material prácticamente las dos ramas que sirven para soporte. El nido queda así suspendido y es muy compacto y cerrado, pero parece pequeño para el tamaño de los pájaros. La puestas comienzan normalmente del 20 de mayo en adelante. Casi siempre son de tres-cuatro huevos, alguna vez de cinco y muy raras veces de seis, que no es seguro pertenezcan a una sola hembra. Su color es blanco con un ligero tinte rosado e incluso cremoso a veces. Hay punteado oscuro disperso por toda la superficie en casi la mayoría y alguna vez acumuladas las manchitas en el extremo ancho. Huevos atípicos, son completamente blancos o rosados sin manchas. Macho y hembra incuban alternadamente, pero la hembra permanece en el nido mucho más tiempo, y el macho, casi siempre de forma invariable, en las horas centrales del día. A los catorce días nacen los pollos (catorce-quince días, Jourdain), que se cubren parcialmente con un plumón corto, pero denso, de color blanco matizado de beige. El interior de la boca es rosa brillante y no hay puntos oscuros en la lengua; las comisuras son blancuzcas. Los jóvenes son alimentados en el nido por ambos adultos, que aportan muchas orugas e insectos. También se ven llevar pequeños moluscos. A los doce días casi no caben en el nido, y pronto salen fuera de él y se posan en las ramas donde aquél se sujeta. Normalmente dejan el nido a los catorce-quince días. En primaveras lluviosas pueden permanecer en él dieciocho días. No todos los años ni todas las parejas crían dos veces en cada temporada.
En la Península Ibérica es un pájaro numeroso en sotobosques y alamedas fluviales, con mayor densidad en el occidente y, lógicamente, en las cuencas fluviales. Escasea en zonas muy pobladas y plantadas de pinos, como el País Vasco y en numerosos lugares de la región gallega, faltando completamente en extensiones áridas y desarboladas de la meseta castellana, donde es sólo local en arboledas de carreteras y caminos. La Oropéndola es un migrador nocturno que resulta difícil de observar y únicamente su voz, escuchada en arboledas, nos puede descubrir la mayor o menor cantidad de pájaros en lugares ya tradicionales como reposaderos.
La migración otoñal comienza en el mes de agosto. Sin embargo, es posible una cierta dispersión de los jóvenes a finales de julio. Sobre el Estrecho vuelan algunos jóvenes ya en la última semana de julio. Las oropéndolas van desapareciendo de sus zonas de reproducción a partir de la mitad de agosto, salvo que una buena cosecha de higos las mantenga en el lugar hasta los primeros días de septiembre. No obstante, hay variaciones de un año a otro.

1 comentario:

  1. ME justo mucho la nota sobre las Oropendolas. buscaba informacion de las oropendolas en mi pais, Honduras.
    Queria saber si estas aves se han podido reproducir en cutiverio y si existe la posibilidad de tenerlas domesticadas?

    Saludos a todos y gracias por sus respuestas. kioskonet@gmail.com

    Jorge

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